Si tu salario no te permite llegar a final de mes, precisas realizar una vida de “bajo coste”. Las marcas blancas, las imitaciones y los productos llamados “low cost” van a ser objetivo prioritario.
En este mundo del “low cost” es todo apariencia. Bonito por fuera, falso por dentro… y anunciado por un famoso. Lo de “bueno, bonito y barato” siempre ha sido un mito, caro y malo una realidad.
Un bolso aparente, unos pantalones vistosos, un coche bien parecido, una cosmética milagrosa, una clínica dental, un viaje e incluso una cena romántica para dos, pueden estar etiquetados como “low cost”. Luego duran lo que duran y tienen la calidad propia del precio.
Pero no desesperes, una vida “low cost” permite por ejemplo renovar ropa a velocidades de vértigo. Nuevas colecciones entran en tu armario, al mismo tiempo que las antiguas lo hacen en tu cubo de basura. Lo que hoy es aparente mañana es viejo, feo y se deshace entre tus manos.
Gracias al “low cost", compras como si no hubiera un mañana. Y es casi cierto, la mayoría de los productos son de presente, no llegan a mañana y nunca serán historia.
Y a pesar de todo, aun viviendo una vida así, a veces no llegas a final de mes. Es entonces cuando te das cuenta que tu salario… también es “low cost” (*).
(*) Si este post te ha conmovido, no dejes de leer: “No lo tires ¡es vintage!”… también tiene mosca.
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