Voto Brios que mis
almuerzos no son ya tranquilos. No hay día que no me "desayune" con
alguna noticia de fraude, estafa, malversación, expoliación o delito similar.
Que digo desayuno… también comida y cena.
En mi lenguaje de
villano existía el robo, hurto, timo, pillaje, latrocino o ratería. Ahora con
sorpresa descubro que cohecho y prevaricación da mayores rendimientos y menor
castigo.
Y para mayor disgusto se evidencia que tan "pícaros" personajes son de la realeza, nobles, hidalgos, infanzones o pudientes
burgueses. Gentes de "cuna", con posibles, propietarios y rentistas.
Pupulan por la Corte, las Cortes y la Administración del Estado...
Escuchas su lenguaje contenido, sus loables intenciones para la Nación, su petición de sacrificios, de recortes en aras del bien común. Y como eres un villano, pobre pero honrado, amén de poco ilustrado… vas y te lo crees. Como también les ves en iglesias –con obispos y cardenales– confesando, comulgando, asistiendo a misas y practicando caridad cristina, no dudas de su honradez, su ética, su honor y sus principios.
Pero la ilusión y
ficción creada dura poco, en algún momento estos "caballeros" pierden
capa y sombrero. Y ya sin el
artificio del embozo, descubres su doblez. ¡Son bellacos, malandrines,
tunantes, pillos y corruptos con lenguaje cortesano y mañas de pícaro!.
Villano como eres,
sientes como te hierve la sangre, se nubla tu visión y buen sentido. Te han
engañado, te han mentido y se han mofado de ti. Buscas tu espalda, coraza y
pistolón, vas a salir a la calle de tumulto para acabar con esa ralea, con esa
casta. Quieres lavar con sangre tamaña afrenta…
– ¿Donde va
mi señor vestido de tal guisa, armado de guerra y tan mal encarado?.
– Aparta amigo Sancho ahora no son ni Gigantes
ni Molinos… son peor.
– Mi Señor,
debería dejar de leer prensa y libros. Enajenan la mente y envenenan el
espíritu.
– Pero Sancho, yo debo, es mi deber, ¡mi honor
lo exige!…
– Debe relajarse,
reposar, no protestar y votar cuando se diga. Si no la gente de bien le tildarán de
extremista, antisistema y llamarán a los alguaciles.
– Pero yo, pensaba… En verdad me siento un poco mareado...
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