El Congreso se divierte |
La
política y los políticos rigen y gobiernan nuestra vida, desde nuestro
nacimiento hasta la muerte. Si tienes suerte nacerás en una democracia, si la
suerte no te acompaña deberás soportar una tiranía (haberlas todavía haylas).
En un caso o en otro, las decisiones políticas que tomen afectarán a tu vida,
educación, trabajo, economía, familia e incluso tu salud. Estas apañado si
estos gestores son unos inútiles o unos corruptos.
Malo
si votas y luego no cumplen lo prometido (democracia), peor cuando ni votas y
hacen lo que les da la real gana (tiranía). Sentadas las bases, vamos con las
preguntas.
¿Qué
opciones políticas tenemos para ser gobernados… o desgobernados?.
Pocas
pero muy sabrosas, vamos con ellas: Aristocracia (gobierno de los mejores),
Democracia (gobierno del pueblo), Cleptocracia (gobierno de los ladrones),
Plutocracia (gobierno de los ricos), Monarquía (gobierno de una sola persona),
Tiranía (como el anterior pero sin corona) y Oligarquía (gobierno de unos
pocos).
Parece
fácil ubicarse, pero va a ser que no. Veamos, puedes vivir en Democracia pero
con una Monarquía hereditaria a la cabeza (puede parecer un sinsentido, pero es
habitual en Europa). Puedes creer que vives en Democracia, pero hay una
Cleptocracia corrupta y trincona que se ha desmelenado. Confirmas que vives en
Democracia… pero rascas un poquito y ves que es una Oligarquía con mucho de
Plutocracia.
Al
final, caes en la cuenta que vives en una Democracia con una Monarquía
Constitucional y una clase dirigente Oligárquica, Plutocrática y a veces
–aunque este feo decirlo– Cleptócrata. De Democracia, lo justito para votar
cada cuatro años y callar otros tantos.
Es
cierto, la Tiranía es peor. Pero ya puestos, podíamos quitar a la Democracia
todos los nombres que la sobran… y la ensucian.
¿Los
partidos políticos “cuecen” o “enriquecen”?.
Deberían
“cocer” la política en beneficio de la mayoría de los ciudadanos, aunque el
sentimiento de los votantes es que muchas veces “enriquecen” a una minoría
privilegiada o a ellos mismos. En resumen, quienes nos “cocinan” la política
algunas veces nos indigestan y en el peor de los casos nos envenenan. Así nos
tienen… estreñidos, diarreicos y alérgicos.
No
hacen una política ni “sana” ni “mediterránea”. Así nos luce el pelo.
¿Los
nuevos partidos emergentes, son siempre observados con recelo?.
Si
un nuevo partido crece con inusitada rapidez, significa que está aglutinando el
descontento de una gran mayoría de votantes por las medidas políticas o
económicas aplicadas por el Gobierno. El partido en el Gobierno y en la
oposición, intentarán por todos los medios desprestigiar al “tercero en
discordia”, si ven amenazada su posición privilegiada.
Con el tiempo, si el
partido emergente llega al poder, hará lo propio con las formaciones nuevas o
antiguas que puedan restarle votos. De no “casta” a “casta”… gracias a las
urnas.
¿Son
los mercados quienes dictan la política?.
¿Alguien
puede poner en duda el poder de los “lobby”?. La globalización y la fortaleza
económica de grandes corporaciones financieras está restando a los estados el
poder de regular la economía. El método utilizado es la presión sobre partidos,
políticos y el propio Gobierno. Está “presión” se traslada a los ciudadanos y
se advierte sobre las nefastas consecuencias de contrariar a los mercados
(miedo). Que viene el coco y se nos lleva todo… lo poco que nos han dejado.
Los
mercados no funcionan de una manera ética y no aspiran al bien común. La crisis
actual es un buen ejemplo. Si no regulas los mercados, ellos se regularán, te
regularán y dictarán la política que más interese a sus fines. Un buen
argumento para una película de ciencia ficción o de terror: las grandes
corporaciones dirigiendo la política mundial… eso si que da miedo y pone los
pelos como escarpias.
¿Es
la democracia el sistema ideal de gobierno y representación?.
“Un
hombre un voto”, representa la máxima de la democracia. El problema es que se
ejerce sólo cada determinado tiempo. Son los partidos políticos quienes
aglutinan estos votos mediante promesas electorales y se convierten en gestores
legitimados para gobernar y dictar leyes hasta la próximas elecciones.
El
auge de la informática y las comunicaciones (también de la educación, no sólo de
la alfabetización), debería permitir al ciudadano participa más y delegar
menos. Una revolución pendiente y posible que no agrada mucho a los políticos
profesionales, ellos hablan de experiencia y conocimientos para mantener puesto y
privilegios. A nadie gusta perder un buen puesto de trabajo…
¿Son
los políticos profesionales una clase dirigentes, una casta o una élite?.
Son
sinónimos, son las tres cosas y más. El político necesita incorporarse a un
partido para medrar, poner en práctica sus ideas y convertirse en un
profesional. La mayoría de los políticos que llegan a ocupar altos cargos,
provienen de familias adineradas que llevan en este “negocio” generaciones. En
esta situación es normal no sentir empatía, no verse afectados por los
problemas y miserias que afectan a la mayoría de los ciudadanos y sobre todo a
los más desfavorecidos.
En Roma estos excelsos personajes se llamaban patricios
y vivían como dioses (cuando los dioses eran muchos, tan joviales como
crueles).
¿Los
casos de corrupción ponen en entredicho política y democracia?.
No
seamos cándidos, corrupción siempre ha existiendo en mayor o menor medida. Por
definición el poder corrompe, ya el refranero nos advierte: “El que parte y
reparte, se lleva la mejor parte”. Juicios y sentencias castigan a los
culpables, pero la erradicación pasa por establecer leyes, controles y
auditorias. Unas medidas que gustan poco o nada a los partidos.
Un político
falto de ética y escrúpulos, es dado a enriquecerse personalmente y favorecer a
otros. Un mayor control evitaría llegar a los tribunales, con el bochorno que
supone para el partido, las instituciones… y los socios comunitarios.
¿Es
marxismo, populismo, comunismo y demás lindezas hablar de minoría dirigente y
hasta explotadora?.
Sin
acritud, desde que el mundo es mundo la minoría dirigente ha vivido a costa de
la mayoría currante. No es marxismo, es ley de vida: el que ordena la tierra
(político) y el que ordena el cielo (religioso) viven a costa del trabajador…
que no ordena nada.
Con
el tiempo, la antigua aristocracia de cuna se vio suplantada por la de cucaña.
Alguna veces se les va la mano, trincan en exceso, se vuelven alegremente
corruptos y se imaginan impunes e intocables. Lógicamente, el personal se
mosquea, protesta, se manifiesta y clama a gritos “renovación política”, lo
normal en estos casos. Alguien recoge el guante de los indignados y ya tenemos
nueva formación política… y vuelta a empezar.
¿Es
compatible monarquía y democracia?.
Por
poder, podemos hacer compatible lo que sea e incluso mezclar churras con
merinas. Pero ciertamente en una democracia “chirria” en exceso –amen de ser
pelín chusco– que un puesto de tan alto nivel sea hereditario y pase de padres
a hijos como herencia.
De esta manera tan democrática, algunos países disfrutan
de un rey (o una reina) que algunas veces se comportan como un señor y otras
como un truhán (humano es). Cuya vida y milagros se puede seguir en las
revistas del corazón y mentideros televisivos.
¿Pueden
convivir en democracia los nacionalismos, regionalismos y localismos?.
En
democracia podemos y debemos convivir todos (a ser posible de una manera solidaria),
nada debe ser excluyente, ni nadie excluido. Las países no se fracturan o se
rompen por estos motivos, las fotos aéreas nunca muestran fronteras o
“fracturas políticas”… más bien deforestación, desastres ecológicos,
urbanísticos o similares.
Aun
así, como el tema suscita siempre enconados debates, dejemos –a modo de
reflexión– una frase de Robert A. Heinlein al respecto. Cada uno saque sus
propias conclusiones: “Dios da a todos
los hombres la tierra entera para amar. Pero como el corazón del hombre es
pequeño, dispone que cada uno ame a su terruño por encima de todos los demás”.
Y
para terminar vamos con una frase de Charles Montalembert (1810-1870):
“Cuando
soy débil os reclamo la libertad en nombre de vuestros principios; cuando soy
fuerte os la niego en nombre de los míos”… como para fiarse de nada
ni de nadie.
Nota:
si quieres leer más al respecto:
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