¡Mami me quiero independizar!

... que rápidos crecen los hijos

    El niño miraba serio a su mamá. Ella, siempre tan autoritaria, imponía respeto al mismo tiempo que prometía cariño y comprensión. Su mirada inquisidora adivinaba desde hacia tiempo la ilusión del nene por independizarse, hacerse mayor, ser autosuficiente y formar una familia.

    —Hijo mío, a tus 59 años es normal que tengas esas ansias. Lo que no has realizado a tus 20 años quieres hacerlo ya maduro, experimentado y con un trabajo estable. Sobre todo ahora que tu padre ha muerto y ya no puede de oponerse —sonriente y cínica la madre le miraba con cariño, con amor de madre.

    —Nunca te ha gustado el tema mami, no quieres ni hablar de ello. Pero tu sabes que incluso no hablamos ya ni el mismo lenguaje. No tenemos las mismas ideas, pensamos de una forma muy diferente. Necesito mi independencia, mi autodeterminación.

    —Hijo mío hablas como un político. Sólo falta que digas que vas a realizar un referéndum con tus amigotes y si te dan el “si” te vas de casa. Si tu padre viviera ni te atreverías a plantearlo, has esperado a que él muriera y yo me hiciera más vieja. Un poco capullo y cobarde si eres hijo.

    —No es eso mami, es simplemente que ahora es el momento perfecto, una ocasión única, casi histórica. Quiero vivir sólo, decidir lo que hago y dejo de hacer sin tener que consultarte y darte explicaciones.

    —Arturo puedes hacer lo que quieras, siempre lo has hecho. Vete de casa si es tu deseo, asume tu propia decisión, se responsable y deja de darme disgustos. Pero ni se te ocurra luego traer la ropa sucia para que te la lave, ni pedirme dinero, ni venir a comer todos los días, ni lloriquear que quieres volver a casa si te van mal las cosas, has perdido el trabajo, no puedes pagar el alquiler o tus amigotes te vuelven la espalda. ¡Si te vas de casa no vuelvas, te vas con todas las consecuencias!. ¡Edad tienes!.

    —Pero mamá… esa intransigencia no es propia de una madre, siempre dispuesta acoger a su niño si le va mal —asombrado y algo asustando Arturo miraba a su madre con el temor de un niño perdido.

    —Ni peros ni leches Arturito. Ya no eres un nene, sino casi un viejo. He aguantado tu llorona infancia, tu tonta adolescencia, tu juventud arrogante y ahora ya casi sesentón eres una mezcla de todo y además chocheas. En verdad que me tienes harta, no haces nada en casa, llegas y no saludas, me hablas en un idioma que no entiendo, no paramos de discutir, te enfadas si te pido dinero para terminar el mes y además me llamas “centralista autoritaria” cuando te enfadas. ¡Pareces un “huésped”, llegas a casa te metes en tu habitación y sólo sales para comer!.

    —Me hablas desde el resentimiento mamá. Sabes que yo te quiero mucho, sólo miro por ti. Te defiendo y apoyo fuera de casa contra viento y marea. Siempre digo a todos: "Mariana pase lo que pase, haga lo que haga, siempre será mi madre".

    —¡Y una leche Arturito!. Siempre has sido un egoísta y has hecho lo que te ha dado la gana. Haberte ido de casa con un “par” a los 20 años, pasando por encima de tu padre y poniéndote el mundo por montera. Culpa mía también hijo, haber querido retenerte en vez de animarte a independizarte cuando era el momento.

    —Entonces mamá…

    —Si hijo si, te doy mi bendición. Vete de casa si quieres, que ya es hora, pero no me cuentes historias, ni me des la murga, ni me hables de consultas a tus amigos o conversaciones con tu novia de siempre. Vete en paz —Mariana con lágrimas en los ojos, mira enternecida al que siempre será su niño—. Si te va mal Arturito… sabes que está siempre será tu casa.

    —Gracias mamá, yo también te quiero. El 27 de Septiembre te digo algo.

    Mariana mira a su hijo y sonríe al tiempo que mueve la cabeza. Un pensamiento se abre paso en su mente: “Al final se me queda en casa otros veinticinco años… hasta que le de otra pataleta”.

"Independizate con moderación es tu responsabilidad"

(Asociación Internacional de Hijos y Países Independizados)