Plaza del Dos de Mayo, el
corazón de Malasaña, donde fueron encontrados
|
A la deriva y confundidos, han sido localizados junto con otras dos personas que les acompañaban. Los rescatados viajan ya a su ciudad de origen. “Volveremos a este barrio de la capital madrileña un poco más mentalizados y ajustaremos cuentas”, han afirmado después de aparecer montados en una bici eléctrica, con el cuerpo tatuado, barba estilo “hispter”, gafas de pasta, ropa vintage, cuatro perros adoptados, un disco LP bajo del brazo, un extraño bocadillo étnico en una mano y un “muffin” en la otra… aun así guardaban milagrosamente el equilibrio encima de la bici.
Su actitud y la manera de “marcar tendencia”, fue lo primero que levantó las sospechas de la policía.
La odisea de esta pareja comenzó hace unos días, cuando decidieron viajar a este barrio madrileño referente del progresismo y la tendencia, donde todo es modernidad un día y vintage el otro. Llegaron al barrio como todos, con un mapa en la mano y la cabeza llena de direcciones y sugerencias avistadas en Internet. Se temían lo mejor y para ellos fue lo peor.
Un primer paseo por el barrio, les descubrió cosas que es mejor no conocer y dejar que sigan ocultas: bares, muchos bares, peluquerías y barberías tantas como bares, tiendas vintage de ropa y cafeterías también vintage para tomar un café... sentado en una mesa de cocina o en un sillón de skay. Tiendas de muebles también vintage e incluso ópticas con gafas tan feas como vintage, "outlets", galerías de vanguardia, sitios donde te hacen un “tatoo” y otro donde te le borran, librerías-vinotecas donde se bebe vino y se devoran libros, tiendas para comprar tontunas e incluso tontunas que se compran en tiendas. Pastelerías de ayer y hoy, restaurantes y gastrotecas de los más diversos orígenes, mercadillos, calles, edificios y gente con historia.
Cosas raras, cosas viejas y cosas de moda marcando tendencia. Tiendas extrañas sin público, donde al fondo se vislumbra a un dueño o un empleado atrincherado detrás de un portátil... tan ensimismado que da grima entrar y molestar.
Las sorpresas no paraban y su cabeza ya divagaba. Descubrieron un barrio donde en vez de talleres hay "atelieres", donde no tomas un aperitivo sino un "bruch" que es lo mismo pero mejor presentado y más caro. Conocieron diseñadores emergentes, complementos artesanales y vestidos únicos… en precio y estilo. Aunque alguien con muy mala uva les comentó: "Si coges un vestido de los chinos, le pones destacado en el escaparate y subes el precio, le has convertido en único. Único en esa tienda"… ya hay que ser malo para decir eso a un forastero con ilusión.
Por tener el barrio ya tiene hasta su propia cerveza. No filtrada y elaborada con la cebada y lúpulo que crece en sus jardines y balcones, con el agua que mana de sus fuentes. El alcohol se obtiene en las noches de botellón. Esto fue algo que colmó las expectativas de nuestro viajeros. El punto de inflexión, el clímax que marco el comienzo de la caída en los infiernos.
Ellos mismos nos han comentado que a partir de ese momento ya no recuerdan nada. Entraban y salían de las tiendas, compraban, comían, bebían, fumaban y deambulaban sin rumbo por el barrio, en un desenfreno que iba a marcarles tendencia para toda su vida.
(*) A pesar de todo, es recomendable “desaparecer” en este barrio antes de que cambie la tendencia… Tu decides si cubre las expectativas, si lo que te han contado merece la pena.
Cuanta verdad.
ResponderEliminar