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La llegada del cristianismo malogró una
mejor interpretación de los augurios.
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– Una de las mayores incautaciones de droga de la historia (5.520 kilos de cocaína) es anunciada por el ministro de Interior… en Twitter.
– Un presidente de Gobierno va a declarar en los juzgados... en plasma.
– A pesar del portentoso "gallo" del cantante, España última… en Eurovisión.
– Según Oxfam Intermón, en España los ricos son mas ricos y los pobres más pobres. El Gobierno lo confirma… “estamos creciendo”.
– Los más votados son los más corruptos... y lo saben.
– Debido a su popularidad, el dinero de la corrupción se incluirá… en los Presupuestos Generales del Estado.
– Un virus –informático– asola el país y el planeta, la OMS (Organización Mundial de la Salud)… no aporta soluciones.
El romano Suetonio habría interpretado estos prodigios como el anuncio del advenimiento de un personaje ligado a un destino excepcional o en su defecto el inicio de una nueva era. Pero en estos tiempos de escepticismo los augurios pasan desapercibidos. Los paganos eran más receptivos a las “señales”, que luego confirmaban mirando las vísceras de algún animal sacrificado. Incluso había profetas, adivinos y los oráculos funcionaban a tiempo completo.
Ya no tenemos esa capacidad. Los oráculos han cerrado, los profetas se convirtieron en intermediarios, los adivinos en charlatanes y los sacerdotes se limitan dar la comunión o llamar a la oración, pero se niegan a revolver en unas vísceras para encontrar la verdad.
Estamos ciegos ante el futuro que se avecina. Las empresas de demoscopia, los videntes y lectores del Tarot se han revelado insuficientes. Nos rodea la oscuridad, la noche más aciaga se cierne sobre el país, nos faltan intérpretes.
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