Al ser una persona inquieta e ilustrada indague al respecto y estudie el tema. El selfie no difiere mucho del tradicional autorretrato, pero no es tan sencillo, el tema tiene trastienda. El autorretrato era algo muy puntual y laborioso, el selfie era tan fácil y sencillo como abominable. Sólo tenias que estirar el brazo, dirigir el móvil hacia ti y disparar. En un minuto sesenta fotos a cual más fea y cutre… como uno mismo, como la vida misma.
Sesenta fotos donde varias la posición de la cabeza, tronco y extremidades. Sesenta fotos vestido, desnudo o en calzón. Sesenta fotos donde ríes, lloras o pones cara de idiota. Sesenta fotos donde te muestras solo o mal acompañado. Sesenta fotos donde evidencias sesenta “cualidades” que a nadie importan...
Y después de la sesión, el orgasmo y la catarsis. Treinta fotos sólo para tus íntimos y otras treinta para publicar en la red. De esta manera te vemos todos, te conocemos todos, nos gustas a todos, te queremos todos… y al final pasamos todos.
Como no podía ser de otra manera yo también me hice un selfie, ciento veinte fotos en dos minutos que son todo un horror y merecen penitencia. Y al final de la sesión ni orgasmo ni catarsis, la batería se agotó y la tarjeta de memoria rebosó.
Hace unos días me han hablado del “selfie” de video en vez de foto, estoy mirando un móvil más grande, óptica mejorada, batería de mayor duración y memoria interna de gran capacidad… las posibilidades son infinitas.
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